Esta mañana estaba leyendo el periódico El País y encontré una historia sobre lo que ocurrió con la planta nuclear de Chernóbil en 1986 y recordé mucho sobre aquellos años y me di cuenta de que tenía mi propia historia sobre aquel recóndito lugar en el medio de la nada.
Llegue a Ucrania por el puerto de Odessa en 1986, Odessa se veía como cualquier ciudad con puerto internacional en el siglo pasado, por aquellos años no existía Internet, la globalización no existía el neoliberalismo tampoco ni ninguna de aquellas políticas que luego hicieron al mundo más pequeño, por aquellos años había que visitar los lugares para saber más de ellos y Odessa se veía como una gran ciudad portuaria en las orillas del Mar Negro, con una vida pujante y llena de contradicciones. Estuve allí solo por un día, recuerdo llegamos al amanecer en un barco llamado Ucrania con más de 850 cubanos luego de una travesía de casi 20 días por diferentes mares y el Océano Atlántico.
Esa misma noche, junto a otras 20 personas más tome un tren rumbo a la ciudad de Kiev capital de Ucrania y lo que más me sorprendió esa noche (casi blanca, ya que allí a las 9 todavía era de día), fue la exactitud con la que funcionaban allí los medios de transporte; me habían dicho que debía abordar el tren a las 9:18 y justo a esa hora anunciaron abordar el tren.
Llegamos a Kiev al otro día, en una fría mañana de agosto, exactamente el 18 de agosto de 1986. Luego de estar unas horas de romance con mi nuevo lugar a vivir por los siguientes 5 años me llamo mucho la atención que constantemente los edificios eran lavados con camiones cisterna y cuando preguntaba porque hacían eso, me comentaban que se debía al accidente que había ocurrido meses atrás con la planta nuclear de Chernóbil.
Al comenzar el invierno de ese año conocí a una chica tímida y encantadora llamada Marina la cual terminó siendo la madre de primera hija Cristina. Toda aquella primera etapa fue un tormento cultural el cual supere muy bien desde el comienzo, no obstante, duro muchos meses, debido fundamentalmente, a las tradiciones y costumbres nacionalista de la mayoría de la familia de Marina.
Ella y yo supimos sobreponernos a todas esas contradicciones hasta que un día recibí una invitación por parte de mi suegro para ir de pesca.
Apenas pescamos, pero si hablamos mucho y fue muy duro para mí ya que yo apenas tenía 19 años y estábamos hablando de temas muy mayores y encima de eso la mitad en idioma ruso y la otra mitad en idioma ucraniano, ya que sus tradiciones eran muy nacionalistas.
Gracias a aquellos años para mí ha sido más fácil comprender los eventos de Kiev en los años recientes el cual originó que el país hoy en día este fracturado en dos.
El lugar escogido fue a las afueras de Kiev y resulto que llegue a un lugar llamado Slavutich una ciudad nueva completamente y muy diversa, en ella estaba integrada todas las culturas urbanísticas de todas regiones no solo de la entonces llamada Unión Soviética, sino varias partes de Europa.
Al preguntar sobre el porqué de aquella ciudad en el medio de la nada, me contaron que esa ciudad la habían hecho para los trabajadores de la planta nuclear de Chernóbil, los cuales trabajaban en la construcción del sarcófago para el reactor número 4 que había explotado.
Mi suegro era jefe de un almacén en la ciudad que recibía todas las provisiones alimentarias que llegaban fundamentalmente desde Italia, ya que esa ciudad tenía un régimen especial de alimentación y todos sus habitantes recibían compensaciones especiales por parte del gobierno.
Los trabajadores que construían el sarcófago ganaban mucho dinero por participar de manera voluntaria en la limpiezas y acondicionamiento de la planta; entre los habitantes de Slavutich se escuchaba las bromas que decían… ese hombre gana dinero cantidad, pero es para que le hagan una caja bien bonita cuando muera…
Slavutich estaba a solo 15 Km de la zona de exclusión del reactor, la zona de exclusión era de tan solo 50 KM. El pueblo de Pripiat que estaba a solo 3 Km de la planta tuvo que ser evacuado completamente, fueron los que habitaron posteriormente la ciudad de Slavutich. Por aquellos años yo recorrí aquella zona y parecía un lugar de otro mundo, no se veían animales, siempre había un silencio impresionante, nunca he podido olvidar la imagen de una anciana muy alta vestida de negro en medio de la noche, en una ciudad donde todo era muy tranquilo y todos éramos como extraños.
Yo sabía que era el único extranjero visible que había estado por allí en aquellos años, pues me miraban de manera indiscreta, hasta me llegaron a pedir tocarme el pelo, los niños paraban de jugar cuando yo pasaba y me miraban sorprendido.
Hoy en día al reactor número 4 le están haciendo otro sarcófago que se deberá terminar en el 2017, pues el deterioro del anterior pone en peligro toda aquella zona. Yo fui a estudiar Geofísica y durante las rutinas de estudios una de ellas era medir la radiación que existía cerca de nosotros en Kiev y a decir verdad aprendí sobre el peligro que conlleva estar expuesto a la radiación nuclear.
La radiación no tiene olor, no se ve y no se escucha, solo con instrumentos (radiómetro) es capar de ser detectada, puedes estar muy cerca de ella y no saberlo, es muy peligrosa para la vida. Los rayos X (esos con que nos hemos hecho tantas placas son perjudiciales también), por eso las mujeres embarazadas no se lo pueden hacer, por eso los técnicos cuando hacen una radiografía están en habitaciones independiente a la hora de hacer la exposición. Los rayos gamma son los más peligrosos, esos son los que originaron la contaminación radioactiva de la zona.
Las enfermedades causadas durante la exposición, más la contaminación que puede duras muchos años, son las causas de muchas enfermedades que pueden durar generaciones.
Mi hija Cristina murió de cáncer con tan solo 27 años, en el momento de su muerte vivía en Slavutich.
Hoy vivo muy lejos de aquel entorno, pienso en algún momento de mi vida volver, pero me aterra escuchar en las noticias que la Bahía de Biscayne, aquí mismo en Miami presenta niveles de contaminación por la planta nuclear que tenemos al sur. Los políticos dicen que no es algo del cual tengamos que preocuparnos ya que la contaminación está en el mar y no en el agua que consumimos.