Nostalgia

Todos tenemos un sueño, un anhelo, pero cada sueño tiene un sacrificio, o una esperanza, un motivo para vivir.
La experiencia migratoria se puede ver como una aventura, como la búsqueda de una vida mejor o de una tierra próspera, e incluso como un sueño o una ilusión.
Sueños hay muchos. Pero que valgan la pena pocos. Los hombres solemos soñar con ser una celebridad, con tener un buen auto, una brillante esposa y una casa grandiosa, es el ansia de tener, fuimos creciendo y nos dejamos llevar por esa creencia, simplemente porque en realidad siempre se puede tener más.
Buscando nuevos horizontes empecé a navegar por terrenos desconocidos, arriesgando la pérdida de muchos valores culturales y familiares, con la esperanza de acceder a algo mejor, y así sin darme cuenta comencé a vivir en carne propia el fenómeno de la emigración. De esto hace ya casi 20 años; no olvido mis orígenes, tampoco quiero hacerlo, y aún convivo con mi compañero de viaje; los recuerdos.
Recuerdos de todas esas personas, familiares, amigos y parientes a quienes tanto quiero, recuerdos de todos esos lugares por donde crecí, recuerdos de todos esos sabores y olores que solo existen hoy dentro de mi
Pero el pasado no lo veo como una etapa superada, no deja de estar latente a pesar del paso de los años
Mis barrios, donde el mar aún es más azul y el sol es más ardiente, los dibujo en mis recuerdos; realmente por aquellos años nunca imagine que los recordaría tanto incluso con amor o con dolor. Los jardines ya sin flores, sin hojas o verdor, conforman senderos retorcidos cubiertos de desilusión.
Hace unos días, hablaba con una amiga que, emigrante como yo, reconstruyó su vida en Roma, compartíamos esos sentimientos que nos queda dentro, cuando visitamos el lugar donde crecimos, y comparábamos los sueños de los que nos fuimos con los que aún están allí y nos dimos cuenta 20 años después que estábamos valorando más otros detalles a los cuales nunca le dimos importancia.
Todas estas ideas, decidí escribirlas al encontrar en mi teléfono, un video que hice en una de mis visitas a la Habana hace algún tiempo.
A pesar de estar filmando aquel lugar, y saber que lo hacía por nostalgia, recuerdos y lo que representaba para mi ese momento, me sentía extraño o cohibido por ver como los demás me miraban, termine de hacerlo, solo con la convicción de que las personas que me veían no podrían entender aquella acción.
Les muestro de las dos tomas que hice con mi teléfono solo una de ellas, la segunda la guardo solo para mí; en ella solo se escucha el sonido del mar y aquellos adornos sonoros inconfundibles de una tranquila noche en el malecón de La Habana.
 
Enjoy!

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