Piedras grises al lado del camino

Piedras grises al lado del camino

Tenía una ilusión para el amanecer del domingo, quería disfrutar de la salida del sol desde el punto más alto de Shark Valley ubicado a medio camino hacia la costa oeste de la florida.
Pero el auto y una serie de contratiempos pusieron de su parte y ante tantas dificultades, preferí quedarme en casa, lema de campaña durante la pandemia.

Es increíble como las baterías de los automóviles han logrado fabricarlas con tanta precisión. Al comprarlas, te pregunta además de marca, modelo y año del auto, cuantos años quiere que dure la batería y créanme cuando les digo que exactamente es el tiempo que durara en uso la que optes por comprar.

Después de levantarme temprano, desayunar, preparar la bicicleta y alistarme, con el objetivo de llegar al amanecer a Shark Valley, el auto no encendió. No me quedo más remedio que esperar que transcurriera el tiempo y llamar a una amiga, para que me llevara en su auto a comprar una nueva, ella manejo casi una hora para llegar a casa, me acompaño y en esta ocasión para no recordar mas ese momento en largo tiempo, seleccione la que me garantizara tres años de duración. Con la idea que me la instalaran, llegue a la franquicia y terminamos haciéndolo entre mi amiga y yo, pues detrás de argumentos legales, determinaron que no podían ellos hacer la instalación.
Luego de almorzar juntos, ella se marcho a casa y yo termine el día tranquilo en casa, que al levantarme tan temprano, me pareció un domingo infinito.
Pero llegado el lunes en la tarde, me sentí impaciente y determiné emprender el mismo objetivo, aunque no fuera para ver el amanecer desde el punto mas alto de Shark Valley.
Sali de la oficina temprano, llegue a casa y ya para las 4 de la tarde estaba de camino a Shark Valley.
Tenia un plan concreto, quería estacionar el auto a las afueras del valle y pedalear cerca de 12.5 km o 7.5 millas de sendero pavimentado hasta el punto de observación y en efecto así lo inicie. De camino al valle contemplaba lo radiante que estaba la tarde, en su momento pensé que las condiciones del tiempo nuevamente frustraran una vez más mi objetivo.
Al llegar a la entrada de Shark Valley, estacione mi auto al borde del camino, me baje y coloque el pomo de agua en el soporte acondicionado de la bicicleta, recordé que debía tomar el teléfono, espejuelos de sol y lectura, casco, mi vieja cámara GoPro y la Canon, sabia que el paisaje ameritaba hermosas fotos de pura naturaleza. Pero ante tanta tensión al borde de la carretera, ya que el lugar donde estaciones tenía una ligera pendiente hacia los humedales, olvide una de las cámaras, la mas importante, al darme cuenta de que la había olvidado una vez que me aleje del sitio, decidí tomar esa experiencia como exploratoria y no volver por ella, ya que en realidad más que todo, se trataba de una exploración a un sitio que quería conocer y no tenía una idea clara cuan fácil fuera el trayecto.
Pedaleando hacia la entrada del valle, se veía a la distancia un punto de acceso, y a la izquierda un estrecho canal de agua verde muy oscura, junto al cual se encontraban unos turistas fotografiando un Alligator, que tranquilamente reposaba tendido en la otra orilla del canal.
Al llegar al punto de acceso, me doy cuenta de que había dos jóvenes chicas, las cuales controlaban el acceso al valle, evidentemente era una construcción adecuada para pasar los largos días de verano controlando el acceso al parque, ya que se notaba estaba muy bien climatizada y cristales polarizados a todo su alrededor. De inmediato recordé que no llevaba ningún tipo de identificación y como consiguiente ninguna forma de pago en caso fuera necesario para acceder valle, pero para mi sorpresa, fui amablemente recibido por una de ellas que con un una sonrisa muy agradable me pregunta si había llegado hasta allí en auto; le respondí que sí, que lo había dejado afuera justo a la entrada del valle al borde del camino y que como yo otros lo habían hecho también, para mi sorpresa me comento que había tomado una inteligente decisión.
Me dio la bienvenida y me deseo que disfrutara la estancia, solo me recordó que el personal que trabaja en el valle estaría disponible hasta las 6 de la tarde.
Mas adelante a mi izquierda pude divisar las oficinas del centro de visitas del valle, donde por costumbre existe una maqueta con toda la representación de flora y fauna característica del lugar, y además un lote de parqueo muy grande el cual se encontraba completamente concurrido de autos, también una larga fila de tranvías con remolques de color amarillo, los cuales sirven para transportar a los turistas y visitante a todo lo largo del trayecto durante 2 horas de ida y vuelta hasta la torre de observación del valle.
Solo existen tres maneras de llegar a la torre de observación, caminando o corriendo por un largo sendero de casi 9 millas de distancia entre la naturaleza de ese mágico lugar; mediante bicicletas por una vía pavimentada, que es la misma que utiliza el sistema de tranvía para los visitantes.
Por supuesto yo estaba preparado para hacerlo en bicicleta y realmente creo que nunca me atrevería a hacerlo caminando, mas que todo, por la naturaleza del entorno y esas apariciones que más adelante llamaré piedras grises a lo largo del camino.
Al comienzo del camino, a la izquierda, un cartel señala la ruta a seguir para aquellos que se quieran aventurar a hacerlo caminando, de por sí, la entrada al sendero intimida, mas que nada, porque se encuentra justo en una arboleda, con cierto grado de penumbra bajo la sombra de la poca majestuosa vegetación de gran tamaño que se puede encontrar en esa zona del valle.
Yo siguiendo por la línea recta que se perdía en el horizonte del tramo pavimentado continue mi rumbo, un poco concurrido esa primera etapa del trayecto y en muy breve tiempo comenzaba a dejarse ver la presencia cada vez más de los Alligator y tortugas de tamaño considerable, esparcidos a lo largo del camino al lado derecho del trayecto, justo bordeando la duna del canal. A medida que profundizaba en el solitario camino del valle, se acentuaba el silencio, solo se escuchaba una ligera brisa que hacía bailar la vegetación alta al compás del viento y alguna que otra aeronave de las escuelas de aviación de la zona.
Me di cuenta de que pintado en el pavimento se notificaba la distancia que, en millas, con respecto al punto de partida había transitado, de manera que supiera y mantuviera orientado en cada momento.

Pasado un tiempo y verme solo a toda distancia que mi vista pudiera divisar, me daba cuenta de que, ante cualquier sonido, primero me alejaba y luego trataba de saber que lo había provocado, en realidad era que me sentía amenazado por la presencia casi imperceptible de tantos Alligator a lo largo del camino. En ocasiones hacían semejanza a pedazos de rocas de color gris, ya que se mostraban tan inmóviles y tranquilos que era muy fácil estar a su lado y no detectarlos, yo nunca olvidé que esa inmovilidad era cuestión de apariencia y siempre estuve muy atento a cualquier sonido, que nunca, fueron pocos.

Por momento dude en llegar al objetivo que me había propuesto, me di cuenta de que la brisa soplaba a mi favor y que, considerando la distancia recorrida, luego tendría que tomarla de vuelta con el aire en mi contra y nunca había olvidado el comentario de una de las chicas del punto de acceso al valle, cuando dijo, el personal solo estará disponible hasta las 6 de la tarde.
Mientras reflexionaba, si realmente debía detenerme y emprender el viaje de regreso, pude divisar a lo lejos la torre de observación y fue ese punto el que me sirvió de aliento para continuar, pero el trayecto seguía siendo muy tranquilo y solitario, ha medida que avanzaba hacia la torre de observación, mayor presencia de piedras grises a lo largo del camino seguía observando, estaban por todas partes, ya no solo a mi derecha en el canal, ya se podían ver en las aguas poca profundas que tenía a lo largo del camino a mi izquierda.
Llegar al punto de observación estaba antecedido por una zona abierta, la cual pude divisar una camioneta Ford color blanca con una baliza y los símbolos del valle; me sentí más resguardado en aquella inmensa soledad, aun, no pudiendo ver si en su interior había algún guardia del valle.
Trate de avanzar hacia la torre a través de un largo sendero perfectamente diseñado con información alegórica a aquel desolado entorno natural y uno de los anuncios, me informaba que solo se podía ir caminando hasta la torre, la bicicleta se debía dejar en un área diseñada con ese fin, así como todo tipo de comida y bebida, también se anunciaba que cualquier molestia que se le ocasionara a la fauna de ese lugar podría ser multado con hasta $5000.00 de multa.
Bueno y como es lógico me pregunte:
¿Qué me voy a encontrar de ese lado?
Así todo me atreví, quizás, cuando estás en grupo, todo pudiera resultar un poco normal, no siendo el caso en esa ocasión.
Mientras caminaba un largo camino hacia la torre, seguía los saltos, que justo delante de mí, daba un pequeño pichón de ave, que acompañado desde una distancia considerable por su madre me guiaba el camino, y medite que al menos me sentía acompañado, la madre del pichón para mi sorpresa mostraba cierto nivel de relajamiento, como si me silbara muy tranquilamente …tócalo nada más, y veraz como yo misma te voy a cobrar los $5000.00 dólares de multa…!
Al llegar a los alrededores de la base de la torre de observación, solo quedaron los sonidos de las cigarras, algunos cantos de algunas aves y otros ruidos y sonidos totalmente desconocidos para mí. El lugar se veía como una mezcla de ruinas y abandono, la apariencia necesaria como para que encajara con aquel entorno alejado de toda civilización.
Una pendiente enroscada se elevaba camino a la torre de observación, a medida que subía el paisaje se hacia mas claro, la brisa se sentía con mas fuerza y todo sonido que antes me preocupada lo dejaba de escuchar. La primera impresión al llegar a la cima fue la vista en dirección sur, daba la impresión de que el Parque Nacional de los Everglades nunca tuviera un fin, según pude leer en una placa a mi lado, la distancia visual al punto más lejano podría ser en días claros de unas 25 millas de distancia.
No llevaba mi mejor cámara y como consiguiente ninguna lente de gran desempeño, pero confiaba en la calidad fotográfica de mi nuevo teléfono y algunas fotos y video tome desde aquella vista, el punto más alto de observación de Shark Valley.
Sentado en lo alto de la torre, entre todas las cosas que pensé, una de ellas fue, imaginarme una noche en aquel lugar, y recordé como hacia unos años en las montañas de los Apalaches, durante una noche sin luna, que salí a recorrer los alrededores de la cabaña, al apagar la linterna nada se podía ver; es una sensación desagradable poder escuchar y no ver nada a tu alrededor.
Unas líneas tras recordar que a solo unos pocos días, se cumpliría una fecha más de cumpleaños me inspiro ese lugar y es que por lo general siempre que estoy de aventura, nunca me siento del todo solo, algunas personas siempre me acompañan y siento su presencia a mi lado.
Tras un descanso de una media hora, recordé que después de las 6 no quedaría nadie del personal del valle disponible, a pesar de no haber visto ninguno hasta ese momento, decidí emprender el camino de regreso, sabía que no seria en las mismas condiciones, ya que el viento estaría en mi contra, así todo, me anime a documentar un poco mejor la presencia de aquellas piedras grises a lo largo del camino, para ese momento se hacía evidente que le tomaba más confianza a su presencia por doquier.
En todo momento estuvieron presentes mis cálculos para que, con incluso algún contratiempo, no me sorprendiera la noche en ese lugar, por momento me detenía y por momentos pedaleaba con mis mayores energías, más que por la hora, por tal que no me sorprendiera la puesta del sol en aquella desolada agradable maravilla natural.
Ya a medida que me acercaba a la entrada del valle, pude ver las luces de unos de los autos de seguridad a la entrada, obstaculizando la entrada de algún vehículo, ya que esta “prohibido” en esa zona pasar la noche y por supuesto que se hace muy evidente los motivos.
Nada mal para una tarde de lunes, 21 de marzo en Shark Valley, no fueron fotos llamativas con las que pueda enriquecer mi visita a tan hermoso y distante lugar, tampoco será la única ocasión que lo visitare, quizás para el próximo invierno me aventure a visitarlo nuevamente.
Enjoy…

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